Mujeres resilentes después de la violencia

La resiliencia en mujeres que han vivido violencia física, psicológica, emocional, económica, patrimonial, sexual en el ámbito familiar está ligada con la capacidad para pedir ayuda, nombrar la violencia para poder hacer frente a ella.

Adriana Filio

Cuando leí el libro El hombre en busca de sentido, de Víctor Frankl, me sorprendió su fortaleza, sobrevivir en los campos de concentración teniendo que enfrentar las condiciones más inhumanas que podamos imaginar. Sobrevivió aún entre tanto dolor y decadencia creando con ello la Logoterapia. La historia de su vida lo convirtió en el creador de una de las terapias más humanas y funcionales.

Esta historia me hizo contactar con la de muchas mujeres que han sobrevivido situaciones complicadas entre ella la violencia e intentos de feminicidios. Por lo tanto creo necesario nombrar todas las acciones que estas mujeres tuvieron que emprender para poder sobrevivir y resurgir después de la violencia.

La resiliencia es la capacidad de sobreponerse ante las distintas adversidades de la vida, continuar a pesar de las dificultades y salir de estas con aprendizajes. Otro concepto hace referencia a la resiliencia como la capacidad universal de todo ser humano de resistir ante condiciones adversas y recuperarse, desarrollando paulatinamente respuestas orientadas hacia la construcción de un ajuste psicosocial positivo al entorno, a pesar de la existencia simultánea de dolor y conflicto intrapsíquico (Colombo, 2008).

En un contexto social, económico, político y machista las mujeres hemos tenido que desarrollar algunas habilidades para hacer frente a estos contextos hostiles, todas nos hemos tenido que enfrentar a esos ambientes, en los que gracias a nuestra fortaleza, valentía hemos sobrevivido. Sin embargo, algunas han realizado doble esfuerzo por haber nacido en un contexto menos favorable que la mayoría. Resistieron a situaciones en las que su vida ha estado en peligro, además de tener que enfrentar discriminación, clasismo y pobreza, se suma la violencia. Son muchas las que han enfrentado esto a pesar de los efectos emocionales y psicológicos.

La resiliencia en mujeres que han vivido violencia física, psicológica, emocional, económica, patrimonial, sexual en el ámbito familiar está ligada con la capacidad para pedir ayuda, nombrar la violencia para poder hacer frente a ella. Una de las habilidades que desarrollan es la capacidad de tomar decisiones en momentos difíciles. Por ejemplo, en el ámbito económico buscar cómo tener ingresos, crear formas para poder llevar a sus hijas e hijos a la escuela. Las mujeres que han sobrevivido y salido de relaciones nocivas también tienen la capacidad de visibilizar su futuro sin esa violencia, pueden creer en la posibilidad de estar en un lugar mejor, seguro y protegido.

Casi toda nuestra vida, las mujeres vivimos en contacto con el dolor. El Dolor físico de la menstruación, el parir, la muerte de nuestros seres queridos, el paso de dejar de ser una niña para comenzar la pubertad. Hemos creado herramientas para fortalecernos, pero no se visibilizan, pocas veces nos hacen ver nuestra capacidad de resiliencia y sólo señalan nuestra sensibilidad como algo negativo. Constantemente estamos buscando herramientas que nos ayuden a sentirnos mejor y con mayor fuerza.

Las mujeres que han resurgido después de eventos de violencia han manifestado la importancia de su red de apoyo, de sentirse acompañadas. Creer que merecen el amor, respeto y trato digno de su entorno les permite construir y estar en lugares más seguros para ellas.

Considero que la resiliencia en las mujeres la construimos en comunidad, entre amigas, grupos de autoapoyo, familia. Es en esos espacios que nombran nuestra fortaleza y entonces la reconocemos, validamos e internalizamos para poder actuar. Grupos de mujeres que se reúnen para hablar de las violencias que han vivido y puedan sacar de sus entrañas el dolor emocional que las violencias dejan en nuestros cuerpo y memoria nos lleva a fortalecernos validando que ya no estamos en ese espacio de violencia o que podemos salir de ella. En estos grupos de acompañamiento, el reflejo de la historia de la otra en mí se convierte en un empujón y motivación para poder brincar hacia una vida libre de violencia.

Las mujeres hemos aprendido a ser resilientes, a enfrentar las situaciones adversas de la vida, crear vínculos amorosos con otras, estamos trabajando en internalizar nuestra fortaleza (casi innata) y nuestra valentía ante un mundo que no puede ofrecernos seguridad, protección y confianza, pero podemos crear nuestros espacios con esas características que tanto hemos deseado.

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