Mentiras europeas y cinco cuadros robados: una novela criminal oaxaqueña

Considero que cuando una novela está bien escrita es como la vida misma. Transita por la colorida gama de emociones, experiencias y sensaciones humanas. Todo esto tiene cabida en las letras de Mentiras europeas y cinco cuadros robados.

Liana Pacheco

En la edición 44 de la Feria Internacional del Libro de Oaxaca, tuve el gusto de ser parte del panel de presentación de la novela, y comparto los comentarios sobre esta obra que irrumpe el arte en Oaxaca:

En la jerga literaria decimos «vertiginoso», «trepidante». En términos de nuestro lenguaje ordinario decimos «qué chingón está escrito este libro, porque desde que lo empecé no pude dejar de leerlo».

La trama arranca en una ambientada exposición de arte, que transcurre en el Museo de Artistas Contemporáneos de Oaxaca. Desde las primeras páginas, Alonso y su pluma narrativa nos engancha a los personajes y personajas que discurrirán en su obra.
Sin embargo, antes de llegar a las página 30, el autor ya ha matado a uno de los personajes centrales: Leandro Helguera, el pintor, el artista, aquel por el que se detona el conflicto. Leandro es el epítome de un artista contemporáneo nacido en Oaxaca, que tocó los laureles de las musas en Europa y vuelve triunfante a la tierra que lo vio nacer.

Regresa con el ego desbordado en su pecho por las innumerables elogios a su trabajo, a pesar de su talento permanece aún escondido en los bolsillos de su refinada chaqueta, ahí junto a la bolsita de coca. Por desgracia, la parafernalia poco le dura, ha muerto inesperadamente, «de un paro cardíaco fulminante» dicen los titulares en los medios impresos de la ciudad.
La realidad es que alguien lo ha envenenado. Y corresponde a Joaquín, protagonista de la novela, el que a través de sus ojos nos guiará a descubrir quién y qué motivos tuvo.

Alonso escribe con maestría un camino de migajas creativas que las y los lectores seguimos con ansiedad porque junto con Joaquín deseamos encarar al culpable. Me descubrí diciendo «este es el culpable» y páginas posteriores cambié de perspectiva. Todos tienen motivos, de todos se sospecha y en eso concordaremos cuando ustedes lean la novela, pero no se confíen, la trama arroja por la borda nuestras conjeturas. El mismo Alonso escribe y cito: «Ella tenía motivos, pero no creo que fuera su intención, aunque también se mata sin intención».

Considero que cuando una novela está bien escrita es como la vida misma. Transita por la colorida gama de emociones, experiencias y sensaciones humanas. Todo esto tiene cabida en las letras de Mentiras europeas y cinco cuadros robados.
Desde el anhelo a la posteridad, a ser inmortales a través del arte, aunque la propia vida se nos vaya. Hasta esa grotesca perversión inherente a toda sociedad, política se llama, por algo en el libro se encuentra esta frase «los políticos y los artistas siempre hacen negocios raros».

También la narrativa de Alonso hace espacio para el sublime placer del sexo, que se comparte en el baño de un museo, hasta una musicalizada orgia en un antro undergroud de la central de abastos. Por supuesto que el libro no se prescinde del arte, la música, la armonía de la estética y mucho mezcal, que orgullosamente corre en las venas oaxaqueñas del autor y de la mayoría que estamos aquí.

La presentación de Mentiras europeas y cinco cuadros robados (FR Editores, 2024), de Alonso Aguilar Orihuela.

Mentiras europeas y cinco cuadros robados es de los pocos libros que al terminar de leerlo me han dejado con las emociones desbordantes que de inmediato sentí la necesidad de releer. Alonso logra que todos los elementos de la narrativa sean tan bien estructurados que no da pie a las y los lectores al aburrimiento o cuestionamiento.

La ambientación es el Oaxaca que transitamos con ordinariedad. Las cantinas que combinan el olor a mezcal, orines y las miradas de los niños que suplican se les compre un dulce o un cigarro.

A través de las páginas caminamos en las calles empedradas y glamurosas de un barrio gentrificado, pisamos la fruta podrida que parece alfombra en los laberintos de la central de abastos. Es decir esta ciudad que permanece en hastío ante nuestros ojos, pero que al encontrarla en las páginas de este libro nos acalora de emoción.

Sobre el Arco narrativo puedo decir que logra un equilibrio entre la tensión, adrenalina, nostalgia, lujuria y esos inesperados giros de tuercas. Al final no importa quién es el culpable y qué motivación tuvo, porque la novela nos brinda la satisfacción de un viaje a través del arte, del ego, la ambición, el dolor humano, la codicia y el desamor, enmarcado en la dualidad de la belleza de Oaxaca.

Ya para finalizar quiero comentar que ser artista en esta ciudad es difícil, ser artista rentable lo es aún más. La producción de libros que se escriben en, por, para y desde Oaxaca es cada vez más creciente, por tanto hay una variedad de voces, temas e ideologías que merecen ser leídas.

Pero los exhorto a aventurarse en las páginas de Mentiras europeas y cinco cuadros robados, por lo motivos ya expuestos, más los que los nuevos lectores puedan encontrar; y además porque ser escritor o escritora en estos tiempos, no es por arrogancia, sino por rebeldía, como el mismo Alonso nos dice en sus palabras: “Oaxaca es pequeño e infernal, pero el mundillo del arte lo es aún más”.

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