Cuando se habla de ausencia paterna se hace referencia a tres tipos: ausencia permanente, intermitente y emocionalmente ausente.
Adriana Filio
¿Qué pasa cuando papá no está físicamente?, posiblemente estaba presente en momentos o desafortunadamente se ausentó y no volvemos a saber de él. Decidir ser madre o padre es una elección compleja en la vida, al igual que la madre, el padre cambia la vida emocional de la hija o hijo.
En las redes sociales abundan las imágenes alabando a un hombre cuando ejerce su paternidad, esto debido a que la sociedad actual normaliza la ausencia del padre. Desafortunadamente es común, y no mal visto, que los hombres decidan no participar o alejarse de la crianza de sus hijas e hijos.
Revisando los recuerdos de la infancia, es común que las personas recordemos a mamá llevándonos a la escuela, cuidándonos cuando estábamos enfermas/os y pocas son las ocasiones cuando el padre realizaba esas mismas tareas.
Pareciera poco importante, sin embargo, en terapia abundan historias de dolor por la ausencia del padre. En otras ocasiones observamos casos de padres peleando en los juzgados para convivir con sus hijos/as. A pesar de que se les asignan días de visita, muchos, a causa del trabajo o vida personal, dejan de cumplirlos, convirtiéndose en un caso más de promesas no cumplidas y abandono paterno.
Cuando hablo de ausencia de papá hago referencia a tres tipos: ausencia permanente, intermitente y emocionalmente ausente.
La ausencia permanente hace referencia a un padre que murió o que no se involucró nunca en la vida de la niña o el niño; esto de alguna manera se aprende a sobrellevar con la familia o la presencia de otras figuras masculinas. Lo relevante es la explicación que la madre da a esta ausencia. Si ella argumenta que papá no amó a su hijo o hija, o que tal vez se fue con otra mujer, hace creer al infante que no es merecedor de ser amado por su padre. En cambio, si una madre explica que fue una decisión que él tomó y ella desconoce las razones íntimas o personales, aminora el dolor de la ausencia sin crear un sentimiento de desamor. He ahí la importancia que la madre hable del padre y no de su experiencia de pareja.
La ausencia intermitente se presenta en padres separados que se turnan para convivir con las/los hijas/os. En este sentido es importante que ambos no hablen de los conflictos de su relación de pareja. Se necesita a un padre emocionalmente disponible para construir una relación amorosa, cercana y de confianza con sus hijas o hijos. De esta manera cambiará el impacto de la presencia intermitente, entendiendo que, aunque papá no está presente todos los días, no significa que no ama a sus niñas, niños. Es importante señalar que un padre que no cumple las promesas de visitar en el día que le corresponde, crea en la infancia un apego inseguro y de desconfianza.
En el caso de los padres que no están disponibles emocionalmente, es decir están físicamente, pero no brindan tiempo, espacio, atención a sus hijos o hijas, excusándose por el trabajo o él mismo carece de la facultad de expresar afecto, esta situación se vive como una carencia emocional, ya que no se ha forjado un vínculo de amor saludable entre padre-hijo/a. Las repercusiones en el futuro se reflejan en las formas de buscar y construir vínculos afectivos, miedos, sobre todo el tema del abandono. Tener un padre presente, pero distante a nivel emocional, forja una herida emocional muy profunda.
Cuando el padre está disponible emocionalmente, escucha, acompaña, educa desde el respeto y el amor, sabe expresar cariño de diversas formas, se construye en el infante una base de seguridad y confianza que será de vital relevancia en la vida adulta.
Un padre presente siembra la semilla de un vínculo afectivo con los hijos e hijas.
Otro aspecto qué se debe señalar es que el padre tiene la obligación de colaborar de forma igualitaria en las tareas de casa. La figura paterna no sólo debe cubrir los requerimientos económicos de su familia, es indispensable que se ocupe de las necesidades emocionales y trabaje en la construcción de nuevas masculinidades, quitando los paradigmas machistas que se han dictado por varias generaciones.
Si soy adulta/o y he identificado alguna de estas ausencias en mi infancia es importante que me pregunte: ¿cómo he afrontado la ausencia paterna?, ¿qué ideas me dijeron acerca de mi papá? Puede que sean frases en las que lo idealizaron o lo satanizaban. Si lo idealizaron quizá lo veo inalcanzable y perfecto; al contrario, si me dieron ideas negativas, es posible que veo a los hombres como seres de poca confianza y no disponibles o mi autoestima no es fortalecida y necesito sentirme importante o ser prioridad para otras personas.
La meta es ser la madre y el padre que necesitábamos en la infancia, ser adultos y hacernos cargo de nuestras necesidades, expectativas, deseos para poder crear vínculos sanos y resignificar la ausencia del padre.