El acoso callejero cosifica a las mujeres

Adriana Filio

Las mujeres estamos expuestas a diario a vivir acoso, chiflidos, palabras obscenas, refranes, miradas penetrantes, bromas y comentarios sobre nuestro cuerpo.
Cuántas veces las mujeres tenemos que escuchar frases como: «adiós, sabrosa» , «te acompaño, mamacita», «que rica estás», «en esa cola yo sí me formo». Estos comentarios vienen muchas veces de personas complemente desconocidas y en otras de hombres que con el disfraz de amigos sienten el derecho de opinar sobre nuestro cuerpo, de insistir en decir palabras que no queremos escuchar, nos mencionan frases con una connotación sexual, insisten en que demos una vuelta para mostrarnos, aunque miren nuestra incomodidad, la pasan por alto, en otras ocasiones no pronuncian ninguna palabra pero sus miradas hablan por sí solas, intimidando y haciéndonos sentir desprotegidas.

A los hombres que acosan no les importa la edad , a veces acosan a niñas, adolescentes, ellas viven esta incomodidad teniendo que callar y aprender a soportar el sentimiento de enojo al escuchar estas palabras. El acoso persigue a las mujeres desde la infancia hasta la adultez, en las calles, en las escuelas, en el trabajo, en fiestas y a cualquier hora del día. Pero algo tenemos que recordar: Nunca es nuestra culpa.

Para cualquier mujer es incómodo recibir estos comentarios, debido a ello tenemos que pensar desde que salimos de casa qué ropa debemos ocupar para evitar este tipo de acoso. Es increíble que nuestra vestimenta tenga que ser elegida desde el miedo o incomodidad, no somos libres de andar en la calle con ropa corta y/o ajustada porque nos tenemos que preparar para miradas y palabras indeseadas, del sentimiento de culpar a la ropa emigra a un sentimiento de culpar a nuestro cuerpo y comenzamos a sentirnos incómodas con el cuerpo que habitamos.

Quizá durante mucho tiempo se creyó que esos comentarios eran agradable para nosotras, que nos hacía sentir deseadas o bellas, sin embargo no es así ,a las mujeres nos incomodan los comentarios lascivos. Un piropo en un contexto inadecuado , de una persona desconocida o una persona que hace uso de una posición de poder para decirnos lo que quiera de nuestro cuerpo es VIOLENCIA, es ACOSO. Ese tipo de comentarios nos cosifica. Esto es parte del patriarcado, donde los hombres desean tener el poder y mirarnos como objetos sexuales donde pueden descargar sus deseos sin tener que preguntarnos cómo nos sentimos.

El acoso verbal callejero nos hace sentir indefensas, desprotegidas y a pesar de ello se ha ido convirtiendo en algo normal, incluso se mira como algo inofensivo .El acoso se refiere a todas aquellas prácticas de naturaleza sexual realizadas sin el consentimiento de la mujer y que produce malestar,. Un piropo no pedido es acoso sexual callejero. Nadie tiene derecho de opinar sobre nuestro cuerpo, no existe razón alguna para que un hombre te haga sentir incómoda en un espacio público o semipúblico, ni con una mirada, silbido o algún otro gesto, nadie que intenta acercarse a ti de esa manera tiene una intención real de conocerte, recuerda que hay muchas formas de acoso sexual callejero, puedes denunciarlo y hablar con alguien acerca de lo que sentiste al escuchar, no estás exagerando. El acoso callejero tiene una connotación sexual, es decir que hace referencia, aunque sea de forma implícita a comportamientos o escenarios sexuales.

A raíz de esta situación en países como Bélgica y Chile han decidido sancionar el acoso callejero con multas. En México contamos con la “Ley general de acceso a las mujeres a una vida libre de violencia”, en la cual se describen los diferentes tipos y modalidades de violencia que vivimos las mujeres, entre ellos la violencia sexual, se ha buscado que el acoso callejero se incluya en esta ultima.

En el caso de México las reformas Código Penal Federal ya consideran delito el acoso sexual en espacios públicos. Aquí se contempló a los comentarios y silvidos de corte sexual en el ámbito laboral y callejero.

Es importante que como mujeres no normalicemos estas conductas, hablemos de lo que nos incomoda, platiquemos con las personas más cercanas de este sentimiento de incomodidad y cuando sea posible denunciemos. Recuerda que nadie tiene derecho de opinar sobre nuestro cuerpo. Como lo menciona una de las consignas feministas más conocida «Mi cuerpo es mío , yo decido , tengo autonomía, yo soy mía».

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