¿Nos vamos?, un cuento de Carolina Peña

Con noviembre llegan los fieles difuntos y en Terra Sur compartimos ¿Nos vamos?, cuento de nuestra autora invitada, Carolina Peña. Este breve cuento resalta por la sutileza con la que es tratado el tema de la muerte.

Carolina Peña

—Mamá, qué bueno que viniste. Te estaba esperando.

—Aquí estoy. ¿Qué te duele?

—Me siento inflamada de todo. No me puedo mover ni abrir los ojos. Me pesa el cuerpo.

—¿No será el sobrepeso? ¿Cuántos años tienes?

—¡Mamá! Tú nos enseñaste que la edad no se pregunta.

—Pero yo soy tu madre, tengo derecho a saberlo.

—Pues tengo muchos. Estoy gorda y vieja, así que ya ni sé. Además, no me da la gana decirte. Y tú deberías de saber mi edad. Eres mi madre. —Mi´ja, me la pones difícil. Casi no te reconozco, qué arrugada estás. ¿Cómo es posible que no hayas hecho los ejercicios faciales que te enseñé? —No me heredaste tu buen cutis ¿qué quieres? De ti sólo tengo los juanetes.

—Te veo sola. Dime: ¿Dónde está tu marido? Ése que según tú era un compañero “evolucionado”.

—No me preguntes. Se desapareció con una jovencita. No le importó nuestra hija…

—¡Canalla! Ya se veía venir. Desde que lo llevaste a la casa clarito me di cuenta de que ese fulano no valía nada, ni por dentro ni por fuera. Además, ¿cómo te atreves a enamorarte de casi un enano? No se puede confiar en las tachuelas.

—Tampoco estaba tan chaparro, y me enamoré. No me digas que tú elegiste muy bien, ¿eh?… Bueno, pero ya, mamá. ¿Me vas a llevar contigo o no? —Me falló el ojo. Ah, pero cuando lo conocí, sí que era guapo, simpático y muy espléndido. Nunca llegaba a verme sin una caja de chocolates. —Me sé el cuento de memoria: chocolates que él se comía solo. Y cuando se casaron jamás te volvió a chulear, ni a llevarte regalos ni a consentirte. Me lo has dicho mil veces.

—Pues te dije cómo era tu padre para que aprendieras y no te casaras con uno igual. Pero encima escogiste un hombre con dos neuronas. —Sí, mamá. Ya estoy cansada. Cometí muchos errores. ¿Me vas a ayudar? —¿Te despediste de mi nieta?

—Mi hija está viviendo lo que le toca. Creo que se libró de elegir un miserable-chaparro-infiel-come-chocolates. Dejémosla. Anda de viaje. No la quise preocupar.

—Sacó la casta. Por fin, una en la familia que no se deja. Espero que sea la primera de una estirpe de mujeres valientes. No como tú y yo. —Cierto, cierto, pero ya no aguanto. Llévame, mami.

—A eso vine. Eres mi hija. El cordón que nos unió sigue vivo. En este momento lo estoy haciendo visible .

—¡Lo veo! Es azul con destellos, como una noche estrellada. ¿Me lo pongo en el cuello?

—¿Quieres que me condenen? Simplemente cierra los ojos y siente los latidos del cordón en tu ombligo.

—¿Y a mi hija la volveré a ver?

—Cuando a tu hija le llegue el momento, regresarás por ella. —¿Nos vamos? Estoy lista.

—Mi niña bonita, nos vamos. No temas. Morir es una experiencia formidable.

*Carolina Peña, escritora radicada en Oaxaca, pertenece al Colectivo Cuenteros.

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