La sustancia y la Cenicienta

A diferencia de otras historias que han tratado los mismos temas, La sustancia lo hace de manera explícita y absurda, el terror corporal al que recurre la directora, Coralie Fargeat, reafirma el mensaje a punta de vísceras y sangre.

Zagreo Yaco

Todas las buenas historias nos recuerdan otras historias, por eso cuando terminé de ver La sustancia (2024) recordé primero La Isla, luego Dorian Grey y al final La Cenicienta. La obsesión por la juventud eterna ha rondado las pasiones humanas desde antes de la invención de la escritura o los géneros literarios.

La sustancia es un filme representativo de esta época. Miramos en pantalla una historia que se presenta en fragmentos, no existe la continuidad de las películas clásicas donde se intenta explicar cada situación. En La sustancia esto no importa, vamos a sucesos concretos, el guion no se detiene a preguntarse si es o no real, si es o no justificable que los personajes actúen de tal o cual manera.

Este detalle coquetea con las narrativas contemporáneas como las de la escritora mexicana, Cristina Rivera Garza y con la forma en que hoy día consumimos información. La sustancia recrea esa costumbre de pasar de una app a otra, de la foto al podcast y del podcast al cine. Ese vértigo de un medio a otro es asimilado por la película y representado en cómo se nos cuenta la historia.

Demi Moore, en una excelente actuación en La sustancia.

Por supuesto que los temas centrales (el amor, la belleza eterna, la juventud y la aceptación social), son ineludibles a la hora de hablar no solo de nuestra época, si no de las sociedades en general. Esta es la razón por la que la reflexión a la que invita La sustancia sea tan relevante en nuestra época, en la cual los avances tecnológicos han permitido la culminación de muchos sueños perversos.

A diferencia de otras historias que han tratado los mismos temas, La sustancia lo hace de manera explícita y absurda, el terror corporal al que recurre la directora, Coralie Fargeat, reafirma el mensaje a punta de vísceras y sangre. No es casual que la cinta esté catalogada como una suerte de mezcla entre el terror y la ciencia ficción.

Aunque la película parezca muy novedosa en sus propuestas y en el desarrollo de la trama, recurre a ciertos tropos utilizados a lo largo de la historia tanto del cine como de la literatura. Resalta el tiempo que tienen los personajes para disfrutar de su nueva realidad, que recuerda el caso de La Cenicienta, que debe marcharse a cierta hora antes de que la carroza se le convierta en calabaza; respecto a la idea del clon o del dopelganger hay ejemplos notables como Jekyll y Mr. Hyde; La Isla de Michael Bay, donde dos clones escapan y buscan a sus dueños originales. En fin, como lo dije en un inicio, una buena historia te recuerda otras buenas historias.

Recomendación al margen: comer palomitas al inicio de la película, porque lo que sí te pide La Sustancia es tener mucho estómago.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *