Eduardo Ismael
Los martes han sido tradicionalmente de poesía. Hoy en la Feria Internacional del Libro de Oaxaca, por coincidencias poéticas, se llevó a cabo la mesa denominada “Publicar poesía en Oaxaca desde el territorio independiente”. Todo esto en el marco del sexto encuentro de editores y libreros.
Siendo la poesía un género donde los editores buscan perder el menor dinero posible, su publicación y promoción contienen una inherente condición de resistencia cultural y del lenguaje. Por esa razón fundamental y por mi natural inclinación a la creación poética, decidí asistir a la mesa.
Lo primero que podemos notar al llegar a la FILO es que las obras de remodelación de la Alameda y del Kiosco vuelven caótica la visita, tanto por el ruido como por lo encimado que se encuentran los foros y los stands de libreros. Lo primero que se podría pensar es en una falta de organización o en la prisa de montar la feria en un espacio no planeado para ese fin. Lo cierto es que la organización de la FILO tenía contemplado el Centro de Convenciones para la edición de este año, sin embargo, el costo de tres millones de pesos por rentar el espacio los días que duraba la feria, cambió los planes y el Gobierno del estado les prestó el espacio de la Alameda menos de un mes antes del inicio de las actividades.
Ya entrando en materia, la mesa sobre poesía integrada por Jessica Santiago, Omar Fabián, Jorge Pech y Donaldo Borja fue apenas un intento de darle espacio a un tema perdido y sombrío: la poesía oaxaqueña. Si bien la representatividad de la mesa fue justa, la mayoría de las veces en estos eventos siempre faltan voces y tiempo, como bien lo señaló Jorge Pech al enlistar una serie de autores (no todos poetas), que según él faltaban en esa mesa o en la FILO.
Para mi gusto lo más resaltable de la mesa fue la confirmación de la precariedad en que se encuentra la profesión de poeta. Jessica Santiago confirmó que las poetas necesitan vivir de algo porque de publicar poesía no se vive. Ciertamente no conozco ningún poeta, ni los cobijados por la Fundación Harp, que viva de publicar poesía. La vida de los poetas oaxaqueños es una suerte de búsqueda infinita de recursos para mantener una pasión donde lo seguro es la ausencia de plata.
Paradójicamente para Omar Fabián el término independiente no existe, para el editor y poeta oaxaqueño, la independencia significa exilio. Ciertamente ninguna publicación puede realizarse desde la soledad y el aislamiento, sin embargo, la poesía independiente existe y como lo dijeron tanto Pech como Santiago, esa poesía es la que transgrede el gusto de los editores o de la moral o política en turno.
Exista o no aquello que llamamos poesía independiente, la realidad es que los poetas oaxaqueños siguen habitando un mundo subterráneo donde todavía se les señala como inútiles o marihuanos. ¿Para qué sirve la poesía? para nada dijo alguien, y en ello recae su belleza.